Fecha: 22 de Febrero de 2018
Lugar: La Posada de la Villa
Cava Baja, 9
Asistentes:
Juan
José Imbroda (invitado), Santiago
Pedraz, Fernando Ramírez de Haro, José Manuel Gredilla, Juan Chaves, Alberto
Sánchez Horneros, Ramón Cervera, José Ignacio Rodrigo, Jacinto Santos, Tamara
Muñoz Calero, Cristina Carrillo, Antonio de la Riva, Carlos Jardón, Luís
Blázquez, Santos Eraso, Leandro Crespo, Jaime Porras, Javier Menéndez, Emilio
Fernández, José Carlos Ruiz, Miguel Muñoz Calero y Luís Yáñez.
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A lo
largo de nuestra larga andadura como
Foro de opinión, hemos tenido la oportunidad de contrastar conceptos y
pareceres con los distintos invitados que han ido pasando por nuestro
escenario. Todos, sin excepción, nos han dejado el poso de su sabiduría y sobre
todo la solvencia y el conocimiento de sus grandes experiencias. Es cierto que
a veces los temas que se han tratado y debatido fueron de lo más farragoso y
complicado, en la mayoría de los casos por
su alta especialización y por la complejidad de los mismos, pero también es
verdad y justo es decirlo, que nuestros
invitados pusieron todo de su parte y trataron por todos los medios que los
asuntos en cuestión, por muy complicados y confusos que fueran, estuvieran por
regla general al alcance y fueran entendibles para todos los asistentes. Bien en
el terreno científico, deportivo,
artístico, literario o político, todos sin excepción abundaron en aquellas
explicaciones y aclaraciones que hicieron falta. Es algo por lo que les
estaremos siempre muy agradecidos.
Nuestro
invitado de hoy es Juan José Imbroda
Ortiz. Nacido en Melilla en 1944. Un político con una enorme experiencia
que día a día pulsa el sentir de la calle, para conocer de viva voz y de una
forma directa la opinión de los
ciudadanos. Es lo que se dice, un político de su tiempo. Su larga e inmaculada
trayectoria, le han hecho merecedor de una solvencia que en el terreno político
es bastante difícil conseguir y mucho más complicado mantener. Haber logrado
durante 18 años una mayoría absoluta
como presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, no es fruto de la casualidad,
es la respuesta de una ciudadanía que se siente satisfecha con la gestión administrativa
y política que se ha llevado a cabo año tras año. Dice un viejo refrán, “Algo tiene el agua cuando la bendicen”…
Su recorrido
en el terreno político es difícilmente igualable. Lo inicia desde la
municipalidad, que es donde de verdad se forjan los “políticos de raza”; e ininterrumpidamente, con firmeza y buen hacer, va escalando paso a paso hasta lo más alto que
se puede conseguir en el plano de gobierno, la presidencia de su Autonomía. Se
considera un producto de la Transición, durante cuya etapa fue Secretario
General de UCD en Melilla, hasta que en 1983 este partido se disuelve a raíz
del triunfo del PSOE en las Elecciones Generales del 28 de Octubre de 1982. Su trayectoria política es realmente
interesante: Desde 1979 a 1983 fue Teniente de Alcalde y Portavoz del
Ayuntamiento de Melilla. En 1985 funda el partido político Unión del Pueblo Melillense, del que fue diputado hasta 1999. En el
año 2003 esta formación política fundada
por él, se integra en el Partido Popular. Y es desde el año 2000 que se dedica a la
política “full time”, a partir del momento en que es elegido Presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla y
al mismo tiempo Alcalde de la ciudad, cuyos cargos continua desempeñando hasta
el momento actual.
Melilla, una
ciudad enclavada en la cara oriental del
Cabo Tres Forcas, en pleno corazón de la
región del Rif, a los pies del Monte Gurugú y bañada por el Mar de Alborán (Mar
Mediterráneo), goza de una situación geográfica privilegiada. Con una población estable que supera los 86.000
habitantes, siendo el 46% originaria de la península Ibérica, otro 44% musulmán de origen rifeño y el resto fundamentalmente de la comunidad
judía, descendientes de sefardíes. La afiliación religiosa mantiene los mismos
porcentajes que los de la población, prevaleciendo la cristiana,
la musulmana y la judía, que conviven pacíficamente desde hace muchas décadas. El
castellano es la lengua oficial de la Ciudad Autónoma y asimismo también se
habla la lengua rifeña y en menor número el árabe y el hebreo.
Juan José Imbroda
presume de su ciudad, de la que dice que es una de las más bonitas de España, y
lamenta que sea una de las más desconocidas del país. Cuando alguien va por
primera vez a Melilla, al partir siempre sale diciendo el mismo latiguillo: “Me ha sorprendido, no creía que era una
ciudad tan bella”. Su estampa
modernista, de carácter totalmente europeo, le confiere a la ciudad de Melilla
la cualidad de ser considerada una de
las ciudades con uno de los patrimonios
arquitectónicos más importantes de España.
Su historia se
remonta al siglo VII a. de C., época en la que los fenicios se asentaron para
fortalecer su comercio en todo el Mediterráneo y por la proximidad con el
Estrecho de Gibraltar, lo que les permitía acceder en su expansión hacia la
península ibérica. Melilla siempre fue
un punto estratégico y neurálgico para todas las civilizaciones periféricas
fundamentalmente las mediterráneas. Un periodo poco trascendente fue el que
vivió la zona hasta que Abderramán III creó en el 927 la taifa de Melilla que
fue integrada al poco tiempo en el Califato de Córdoba.
Es a partir del siglo XV cuando portugueses y españoles fueron expandiendo su dominio en el norte de Africa, siendo el español Pedro de Estopiñan, el que se asienta en esta ciudad abandonada y destruida por aquel entonces, intercambiándola en 1497 al califa cordobés, por unos terrenos en la zona de Málaga, pasando así a depender del Ducado de Medina Sidonia y desde 1556 a la corona española. Durante los siglos XVIII, XIX y XX, Melilla, por su magnífica situación geográfica y estratégica, fue escenario de intermitentes enfrentamientos que al final desembocaron en varias guerras, hasta la alianza militar entre España y Francia que permitió la constitución del Protectorado español de Marruecos, que duró desde 1912 hasta 1958. Es cierto que el ejército español tuvo una gran influencia en Melilla en las primeras décadas del siglo XX. Esta ciudad fue siempre abierta y por ello muy apetecible para las tribus de la zona, que no aceptaban la influencia española en el norte de Africa. De hecho el ejército español sufrió duros reveses, en lo que podíamos llamar el conflicto hispano-marroquí. En 1909 la llamada Guerra de Melilla, fue el enfrentamiento de las tropas españolas contra el levantamiento de las cábilas rifeñas, que nos llevó al llamado “Desastre del Barranco del Lobo”, el 27 de Julio de 1909, con un saldo de más de 200 soldados españoles muertos. Tras un periodo de aparente tranquilidad debido a la Primera Guerra Mundial, la inestabilidad seguía siendo notable. En 1920 se produce una sublevación de las tribus del Rif, cuyo líder Abd el-Krim tuvo en jaque al ejército español, hasta el que 27 de Julio de 1921 nos infligió una severa derrota llamada el “Desastre de Annual”, en la que perdieron la vida más de 10.000 soldados españoles. En el recuerdo de los melillenses, por todo lo que les dijeron sus padres y abuelos, les queda la imagen de la liberación de toda la zona por parte del ejército español, que entró en la ciudad de Melilla, salvándolos posiblemente de que fueran pasados a cuchillo por los rifeños. Este es uno de los motivos de agradecimiento que el pueblo de Melilla tiene hacia el ejército español, no porque los actuales ciudadanos hayan vivido aquellos momentos, sino por lo que les contaron sus antepasados.
Es a partir del siglo XV cuando portugueses y españoles fueron expandiendo su dominio en el norte de Africa, siendo el español Pedro de Estopiñan, el que se asienta en esta ciudad abandonada y destruida por aquel entonces, intercambiándola en 1497 al califa cordobés, por unos terrenos en la zona de Málaga, pasando así a depender del Ducado de Medina Sidonia y desde 1556 a la corona española. Durante los siglos XVIII, XIX y XX, Melilla, por su magnífica situación geográfica y estratégica, fue escenario de intermitentes enfrentamientos que al final desembocaron en varias guerras, hasta la alianza militar entre España y Francia que permitió la constitución del Protectorado español de Marruecos, que duró desde 1912 hasta 1958. Es cierto que el ejército español tuvo una gran influencia en Melilla en las primeras décadas del siglo XX. Esta ciudad fue siempre abierta y por ello muy apetecible para las tribus de la zona, que no aceptaban la influencia española en el norte de Africa. De hecho el ejército español sufrió duros reveses, en lo que podíamos llamar el conflicto hispano-marroquí. En 1909 la llamada Guerra de Melilla, fue el enfrentamiento de las tropas españolas contra el levantamiento de las cábilas rifeñas, que nos llevó al llamado “Desastre del Barranco del Lobo”, el 27 de Julio de 1909, con un saldo de más de 200 soldados españoles muertos. Tras un periodo de aparente tranquilidad debido a la Primera Guerra Mundial, la inestabilidad seguía siendo notable. En 1920 se produce una sublevación de las tribus del Rif, cuyo líder Abd el-Krim tuvo en jaque al ejército español, hasta el que 27 de Julio de 1921 nos infligió una severa derrota llamada el “Desastre de Annual”, en la que perdieron la vida más de 10.000 soldados españoles. En el recuerdo de los melillenses, por todo lo que les dijeron sus padres y abuelos, les queda la imagen de la liberación de toda la zona por parte del ejército español, que entró en la ciudad de Melilla, salvándolos posiblemente de que fueran pasados a cuchillo por los rifeños. Este es uno de los motivos de agradecimiento que el pueblo de Melilla tiene hacia el ejército español, no porque los actuales ciudadanos hayan vivido aquellos momentos, sino por lo que les contaron sus antepasados.
Posiblemente
la presión migratoria sea uno de los problemas más latentes en Melilla, y no es
precisamente porque el inmigrante tenga un especial interés en quedarse en esta
ciudad, su deseo es dirigirse a Paris, Berlín, Bruselas, Madrid, Londres o a
cualquiera de las ciudades de la Unión Europea. Precisamente este es el motivo
por el que los países europeos tienen sumo interés en que se impida el paso
incontrolado por esta frontera. Los más interesados en evitar que los subsaharianos
y los del Sahel, salten la tan controvertida valla, son los gobiernos de
europeos. En Melilla somos conscientes que jamás se quedarían aquí, puesto que
no tendrían posibilidades de trabajo, que en definitiva es lo que ellos buscan. Es
triste que nuestra ciudad sea conocida en parte por la valla, como si los
españoles fuésemos los culpables y promotores de haber levantado esta barrera,
cuando esta es una “valla europea”, que
no tiene otro fin que evitar que el flujo de migrantes se dispare y se asiente
de una forma incontrolada, en distintas ciudades del norte de Europa. Melilla
no tendría inconveniente en derribar la valla, porque estamos seguros que allí
no se quedaría nadie, el problema sería para la Unión Europea, por eso ellos
son los más interesados en que se mantenga la situación actual.
Lo triste es que la imagen que trasciende, es que somos nosotros los que nos oponemos y damos un trato inhumano a estos pobres seres humanos, que se ven obligados a dejar sus países y pasar las mayores penurias en busca de un futuro mejor. Teoría que en parte no es cierta, ya que en Melilla cuando alguien consigue saltar la valla, se le interna y se le atiende debidamente en un centro de acogida, en tanto no se regulariza su situación. Pero algunas ONGs y medios de comunicación tendenciosos, supongo que por desconocimiento, culpan a España de estos medios disuasorios, que no tienen otro fin que evitar la entrada indiscriminada de inmigrantes de forma ilegal, a través de las únicas fronteras terrestres de la Unión Europea con Africa. La gran mayoría de ciudadanos no saben que el coste de las vallas tanto de Ceuta como de Melilla fueron sufragadas por los países de Unión Europea, entre ellos España, pero a iniciativa del gobierno de Bruselas. La migración subsahariana dio comienzo de una forma masiva aproximadamente a partir del año 2005, y entonces eran familias enteras las que cruzaban la frontera, hoy la gran mayoría son jóvenes entre 18 a 25 años, que alegan como argumento de asilo ser represaliados políticos, y que no superan en número los 5000 inmigrantes al año, cantidad que para Europa no es nada, pero para Melilla si es una cantidad desorbitada, ya que actualmente tenemos el doble de inmigrantes que la media nacional, y 5000 inmigrantes anuales representan para nosotros un aumento del 20% de la población en un plazo de 10 años, y eso no es sostenible para una ciudad como Melilla. En el fondo el verdadero culpable de la migración masiva e incontrolada es la Unión Europea, que en su día no puso los medios, no se desplazó a los países de origen, no intentó una regularización y no financió estructuras de producción para que los ciudadanos de esos países subsaharianos pudiesen tener un puesto de trabajo en aquella región. Nunca ha existido una política común europea sobre este asunto, porque el problema lo veían muy lejano, pero ahora que están sufriendo las consecuencias de la falta de planificación, y que les están entrando inmigrantes de una forma masiva y descontrolada, a través de Grecia e Italia, empiezan a preocuparse y quieren arbitrar soluciones rápidas a este problema, pero ahora no es tan fácil y ya veremos al final que solución le dan a todo esto.
Lo triste es que la imagen que trasciende, es que somos nosotros los que nos oponemos y damos un trato inhumano a estos pobres seres humanos, que se ven obligados a dejar sus países y pasar las mayores penurias en busca de un futuro mejor. Teoría que en parte no es cierta, ya que en Melilla cuando alguien consigue saltar la valla, se le interna y se le atiende debidamente en un centro de acogida, en tanto no se regulariza su situación. Pero algunas ONGs y medios de comunicación tendenciosos, supongo que por desconocimiento, culpan a España de estos medios disuasorios, que no tienen otro fin que evitar la entrada indiscriminada de inmigrantes de forma ilegal, a través de las únicas fronteras terrestres de la Unión Europea con Africa. La gran mayoría de ciudadanos no saben que el coste de las vallas tanto de Ceuta como de Melilla fueron sufragadas por los países de Unión Europea, entre ellos España, pero a iniciativa del gobierno de Bruselas. La migración subsahariana dio comienzo de una forma masiva aproximadamente a partir del año 2005, y entonces eran familias enteras las que cruzaban la frontera, hoy la gran mayoría son jóvenes entre 18 a 25 años, que alegan como argumento de asilo ser represaliados políticos, y que no superan en número los 5000 inmigrantes al año, cantidad que para Europa no es nada, pero para Melilla si es una cantidad desorbitada, ya que actualmente tenemos el doble de inmigrantes que la media nacional, y 5000 inmigrantes anuales representan para nosotros un aumento del 20% de la población en un plazo de 10 años, y eso no es sostenible para una ciudad como Melilla. En el fondo el verdadero culpable de la migración masiva e incontrolada es la Unión Europea, que en su día no puso los medios, no se desplazó a los países de origen, no intentó una regularización y no financió estructuras de producción para que los ciudadanos de esos países subsaharianos pudiesen tener un puesto de trabajo en aquella región. Nunca ha existido una política común europea sobre este asunto, porque el problema lo veían muy lejano, pero ahora que están sufriendo las consecuencias de la falta de planificación, y que les están entrando inmigrantes de una forma masiva y descontrolada, a través de Grecia e Italia, empiezan a preocuparse y quieren arbitrar soluciones rápidas a este problema, pero ahora no es tan fácil y ya veremos al final que solución le dan a todo esto.
Sobre el tema
tan actual como es en estos momentos el de las transferencias que se han
llevado a cabo a las Comunidades Autónomas, su experiencia le dice a tenor
de opiniones debidamente contrastadas
con otros compañeros, que han sido y son presidentes de otras Comunidades,
bien de su partido o de otras formaciones políticas, que la gran mayoría estarían
encantados en devolver algunas competencias
al Estado, por ejemplo; “Sanidad”
y “Educación”. Cree que con una sanidad centralizada se aplicarían unos
criterios generales mucho mejores para todo el país, y sobre todo más justos, con la seguridad de que se podrían dar mejores
prestaciones y servicios a los ciudadanos. La cuestión es que nadie quiere
tomar la iniciativa. En educación, la cosa es bastante más complicada, puesto
que entran en juego otros factores, como aquellos que inciden más en la
búsqueda de una identidad propia, que en
muchos casos se anteponen a los criterios del Estado, algo incomprensible,
puesto que da la impresión que cualquier ley educativa que se apruebe, el
objetivo es enfrentarse a ella como sea, sin tener en cuenta las consecuencias
que se puedan derivar de esta postura. El traspaso de competencias en educación, del
Estado a las CC.AA. se llevó a cabo en 1978, y ahora es casi imposible dar
marcha atrás, aunque en muchos casos se cometan irregularidades en el
desarrollo legislativo, que se interpreta con total libertad y en ocasiones con
arbitrariedad, según el criterio de cada autonomía, cosa que atenta contra el principio
de igualdad educativa, que se mire como
se mire, los perjudicados serán siempre los estudiantes.
Melilla fue
durante muchos años, una plaza fuerte militarmente hablando, hoy sin embargo la
guarnición militar de la ciudad autónoma no sobrepasa los 3000 efectivos, entre
soldados, oficiales, jefes y un general de división. Cumplen como en cualquier
otra parte de la península con sus competencias del régimen militar al que
pertenecen, sin inmiscuirse en el terreno político. Pero la población castrense
en general, podemos asegurar que está
totalmente integrada en la sociedad melillense. Es más un militar puede ocupar
de hecho como así sucede, la presidencia de un club deportivo o de una
hermandad de la índole que sea, sin que
su condición castrense le impida desempeñar este tipo de actividad, con total
normalidad.
La
compatibilización de competencias administrativas y políticas en Melilla, están
perfectamente definidas y no ha habido
conflictos de ningún tipo, desde que él es presidente de la Ciudad Autónoma.
Por ejemplo el Presidente es a la vez Alcalde y representante del Jefe del
Estado. El Delegado del Gobierno, cuyo nombramiento se lleva a cabo según el
artículo 154 de la Constitución, es el
representante del Gobierno de la nación en las comunidades, y sus competencias
son las de dirigir la Administración del Estado en ese territorio y al mismo
tiempo ejercer la jefatura de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De
hecho en sus 18 años como Presidente de Melilla, bien con gobiernos del PSOE o
del PP, las relaciones con la figura del Delegado del Gobierno, siempre han
sido excelentes y en total sintonía, ya que por encima de cualquier tipo de
ideología política está la buena gestión, y en el caso de una ciudad como Melilla
que es en definitiva de lo que se trata, la estabilidad y las buenas relaciones han redundado siempre en
beneficio de la ciudadanía.
Algunos
dicen que en ocasiones su postura en
materias de actualidad, no es la
políticamente correcta, esa es la opinión de los que defienden posiciones
indefendibles, pero la verdad es que ante actitudes intransigentes, uno tiene
que mantener aquellos criterios en los que cree y por los que ha luchado
siempre, de lo contrario no sería consecuente. Es cierto que respecto al
independentismo catalán, hay momentos que todo esto le produce cierto hastío,
máxime sabiendo que sus pretensiones secesionistas nunca van a prosperar. Ha
tenido debates en el Senado y en otros foros, sobre el problema de Cataluña y
siempre ha mantenido la misma postura, y la seguirá defendiendo, ahora si cabe con mayor rotundidad: “Cataluña jamás será independiente”. Hoy cuando en el mundo entero
se pretende acabar con las fronteras, no es de recibo que una región española
pretenda arbitraria y unilateralmente independizarse, burlando la ley y la
Constitución Española, que garantizan la convivencia en igualdad, teniendo como
valores la libertad, la justicia y el pluralismo político, y que ha supuesto el
período de mayor crecimiento y estabilidad de nuestra historia.
Todas estas movilizaciones ciudadanas las promueven unos cuantos individuos, con argumentos muy simples y demagógicos, que siempre giran en torno a un grupo que ondea la bandera de un nacionalismo retrogrado, con el único objetivo de manejar los intereses que ellos quieren y les concierne, partiendo de una tergiversación de la historia que no se sostiene de forma alguna. Aunque parezca extraño, manejar al pueblo, no es una labor imposible, la historia reciente nos ha dejado ejemplos de movilizaciones de masas, engañadas con falsos argumentos de tinte patriótico, que llevaron a países a la hecatombe. Por eso ha destacado siempre que el independentismo es la máxima expresión de la insolidaridad, y esto políticamente es insostenible por mucho que algunos quieran argumentarlo con falsedades y patrañas. El ejemplo de solidaridad lo tenemos en Europa y en la propia España: Extremadura está en el “objetivo 1” y por ello recibe una buena parte de los fondos FEDER, (Fondo Europeo de Desarrollo Regional), provenientes de la Unión Europea, por una razón de solidaridad y cohesión. Si no existiesen estos principios, ni Alemania, ni Holanda, ni los llamados países ricos europeos, aportarían dinero para ayudar a las zonas más deprimidas. Y eso es lo que debieran tener en cuenta los políticos independentistas catalanes, que en nuestro país las zonas más empobrecidas deben recibir ayudas de las regiones más prósperas; lo contrario es insolidaridad y egoísmo, algo que como nación no nos llevaría a ningún sitio. Por eso que esas soflamas de que “España nos roba”, no se sostienen por mucho que lo intenten con su discurso sectario y fanático.
Todas estas movilizaciones ciudadanas las promueven unos cuantos individuos, con argumentos muy simples y demagógicos, que siempre giran en torno a un grupo que ondea la bandera de un nacionalismo retrogrado, con el único objetivo de manejar los intereses que ellos quieren y les concierne, partiendo de una tergiversación de la historia que no se sostiene de forma alguna. Aunque parezca extraño, manejar al pueblo, no es una labor imposible, la historia reciente nos ha dejado ejemplos de movilizaciones de masas, engañadas con falsos argumentos de tinte patriótico, que llevaron a países a la hecatombe. Por eso ha destacado siempre que el independentismo es la máxima expresión de la insolidaridad, y esto políticamente es insostenible por mucho que algunos quieran argumentarlo con falsedades y patrañas. El ejemplo de solidaridad lo tenemos en Europa y en la propia España: Extremadura está en el “objetivo 1” y por ello recibe una buena parte de los fondos FEDER, (Fondo Europeo de Desarrollo Regional), provenientes de la Unión Europea, por una razón de solidaridad y cohesión. Si no existiesen estos principios, ni Alemania, ni Holanda, ni los llamados países ricos europeos, aportarían dinero para ayudar a las zonas más deprimidas. Y eso es lo que debieran tener en cuenta los políticos independentistas catalanes, que en nuestro país las zonas más empobrecidas deben recibir ayudas de las regiones más prósperas; lo contrario es insolidaridad y egoísmo, algo que como nación no nos llevaría a ningún sitio. Por eso que esas soflamas de que “España nos roba”, no se sostienen por mucho que lo intenten con su discurso sectario y fanático.
En
lo referente a la teoría de si Ceuta y Melilla, son o no territorio marroquí,
el Comité de Colonización de las Naciones Unidas, lo ha dejado muy claro,
reconociendo que forman parte de España
y que jamás las ha considerado colonias. Marruecos nunca ha reclamado estas
ciudades como parte de su nación. En los Pirineos catalanes, hay un pueblo en
territorio francés llamado Llivia, que es español desde hace más de tres
siglos, y a ningún francés se le ha ocurrido reivindicar este enclave como
parte de Francia. Casos como este los hay a cientos en todo el mundo, por eso
que si queremos relativizar las cosas tendríamos que relativizarlo todo, aunque
ello no nos lleve a ninguna parte. Algunos españoles visionarios, son muy dados
a querer ser pioneros en decisiones, que ni los países con democracias más
antiguas que la nuestra, se plantean medidas y soluciones, que muchos las ven
muy fáciles en charlas de café, pero las cosas no son tan sencillas como
algunos quieren plantearlas, de lo contrario ya se habrían puesto sobre la mesa.
De ahí que algunos quieran establecer comparaciones entre Gibraltar y Ceuta y
Melilla, y eso no tiene comparación alguna. Gibraltar nunca fue visto como
territorio británico, siempre fue considerada una colonia del Reino Unido. Los
nacidos en Gibraltar les daban un pasaporte colonial, como a los que nacían en
la India, Pakistán y el resto de colonias inglesas, sin embargo los que nacían
y nacen en Ceuta y Melilla son considerados desde el siglo XV, españoles con
todos los derechos, lo cual es una notable diferencia.
Marruecos
dada la globalización, en unos cuantos años estará prácticamente integrada en
Europa, al igual que Turquía. Por supuesto que pasará algún tiempo para que la
democracia se instaure al 100% en el país, para lo cual habrá que apoyarla en
todo lo que necesiten. Hay una máxima que se cumple a rajatabla: “Cuanto más globalizados estamos, menos
nacionalistas somos”. Juan José Imbroda está esperando que el Parlamento Europeo
le de una contestación sobre la cuestión de Melilla en su relación con
Marruecos. Entiende que debieran venir allí y abrir un foro permanente, para
analizar y ver lo que realmente está pasando en la zona, con un islam fanático,
con unos nacionalistas belicistas y con unos intransigentes religiosos, que
cada uno va por su lado, sin que a corto plazo se vea una solución definitiva,
pero el problema está latente y en algún momento habrá que adoptar una postura
definitiva, y aquí la Unión Europea tendrá mucho que decir. Es cierto que
Marruecos cuando ha detectado una situación de debilidad en España, ha intentado aprovecharse de la misma para reivindicar alguna cosa, por eso en esas
ocasiones la presión que soporta Melilla en su frontera, en ocasiones altera la normalidad, aunque felizmente la cosa nunca
ha pasado a mayores.
En
la actualidad es tal la relación de dependencia y de subsistencia económica de
los marroquíes, en el perímetro fronterizo de Melilla con Marruecos, que si un
día cerrásemos la frontera, se produciría un verdadero caos en toda la zona.
Hay que darse cuenta que no solo se verían perjudicados económicamente, sino
que privarlos de nuestra sanidad que es
utilizada por una gran mayoría, sería para ellos una auténtica catástrofe de gravísimas
consecuencias. Melilla no tiene fábricas de producción y manufacturación, pero
el 80% de los productos que se consumen allí,
son abastecidos desde la península y aproximadamente
el 20% restante, de otros países como China y el sudeste asiático. La vida
económica de Melilla gira en torno al comercio, no solamente de la ciudad, sino
de toda el área limítrofe marroquí. No se puede devaluar el comercio como motor
económico de una zona, bien sea Melilla como en este caso u otra cualquiera.
Ninguna comunidad, región o ciudad es autosuficiente con lo que produce y
consume. La interdependencia no es solo entre pueblos, lo es también entre
países e incluso entre continentes.
Juan
José Imbroda tiene en su gobierno musulmanes que ocupan cargos de importancia y
responsabilidad, y está muy satisfecho de su gestión, por lo que no le
importaría que en un futuro este número se viera notablemente aumentado. Una
prueba más de su capacidad y tolerancia, lo cual dice mucho a favor de sus
dotes como gobernante, que en los tiempos que corren no es muy común este
talante. El es uno de los artífices de que España hoy por hoy, este considerada
como un referente en la política de
inmigración a nivel europeo. Gracias a
su desvelo y a su constante trabajo en pro de darle a este problema una vía de
solución, su figura está reconocida internacionalmente.
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Si algo ha
calado de la visita de Juan José Imbroda a este auditorio ha sido su sencillez y sobre todo su cercanía. Los
que tuvimos el placer de conocer de
cerca sus opiniones y sus puntos de vista, expresados con total libertad, nos
dimos cuenta que teníamos enfrente a un
hombre de Estado, a un político cuyo horizonte no se limita solamente a
su Melilla natal, a alguien que ve las cosas con un sentido patriótico y de
Estado, más allá de sus fronteras autonómicas, por eso sus criterios son tenidos en cuenta y
respetados en cualquier foro que los exprese.
En su empeño,
está dar a conocer al mundo entero, las bondades y las grandes posibilidades
que hoy en día ofrece esta ciudad mediterránea. El turismo como fuente de
desarrollo sobre todo por su interesante patrimonio cultural, el proyecto de
ampliación del puerto que por su situación estratégica permitirá un desarrollo
constante y sostenido de Melilla y sus museos que aportan entre otras muchas cosas la curiosidad y el atractivo por visitar esta
ciudad. Todo ello unido a una población acogedora, como prueba el hecho de la
magnífica convivencia de las tres culturas, está convencido que servirán de estímulo y acicate para
despertar el interés por visitarla.
A este “político de la calle” que pulsa el
sentir de su pueblo con su cercanía, pateando los más recónditos rincones de los barrios de su querida Melilla, no es
de extrañar que su pueblo, su gente, sus ciudadanos, le entreguen
incondicionalmente su confianza cada cuatro años. Eso hay que ganárselo a pulso
y día a día, y Juan José Imbroda,
lo hace mirando de frente a sus paisanos y enviándoles el mensaje que quieren oír, el mensaje de la esperanza y de la ilusión por convertir aquella ciudad tan española como la que más, en un referente de cómo se deben hacer las cosas.
lo hace mirando de frente a sus paisanos y enviándoles el mensaje que quieren oír, el mensaje de la esperanza y de la ilusión por convertir aquella ciudad tan española como la que más, en un referente de cómo se deben hacer las cosas.
Muchas gracias Juan José por tu amabilidad. Desde hoy las puertas de este foro estarán abiertas para cuando consideres oportuno visitarnos. Ha sido un verdadero placer haber departido contigo estas horas.
Un cordial saludo.
Por: Luis Yáñez