Muy buenas tardes a todos. Bienvenido a este nuevo encuentro de la Jaula. Yo venía a escuchar a Juan Luis Arsuaga y eso es ya es una buena razón. Lo de presentarlo es otro cantar. Un cantar inesperado, un reto complicado si uno no quiere tirar exclusivamente de Wikipedia. Pero sí puedo decir que el profesor Arsuaga, con sus publicaciones y sus apariciones en medios de comunicación, nos ha permitido conocer cómo influyen la geología, el medio ambiente y el clima en la evolución del hombre y la historia. Gracias a él y a sus investigaciones entre cráneos, huesos y arena, particularmente en el yacimiento de Atapuerca podemos explicarnos cómo hemos llegado hasta este momento histórico de progreso, de tecnificación y hasta de peligro permanente de autodestrucción.
Les voy a contar algo personal. Yo sufrí un cierto rechazo hacia el mundo de la paleo-antropología. Cuando tenía trece años, en tercero de bachillerato, tuve un profesor de ciencias naturales que se llamaba Emilio García que olía fuertemente a colonia y a Bisonte, los cigarrillos que tenían un aroma bien particular y un bisonte, de los de las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, impreso en la cajetilla. Aquel era un tipo curioso, siempre encorbatado, que al entrar al aula nos ordenaba abrir las ventanas porque en aquella España de poca ducha y poco baño los alumnos - así en conjunto- debíamos oler muy mal.
Un día, explicando el hombre de cromañón me pidió que me dirigiera hacia su mesa, me puso de perfil al resto de compañeros y dijo: el cromañón, frente huidiza, mentón prominente. Para seguir haciendo otros comentarlos acerca de mi evolución, como que no tenía lóbulo en las orejas o el hecho de que los colmillos estaban pegados a las palas, cosa que la odontología consiguió corregir. El caso es que pueden imaginar el mote, el alias que persiguió desde entonces cuando al bulling de ahora le llamábamos coger manía. Sí, fui "el cromañón" durante dos cursos. Pero luego, viendo dibujos de supuestos hombres prehistóricos, pude ver que el cromañón no era el de la frente huidiza... sino que éste era el neandertal, al que también llamábamos el hombre de las cavernas, cosa que no me satisfizo en absoluto, porque era, según creo, menos agraciado físicamente…
Yo creo que me reconcilié con la paleo-antropología cuando este señor, Juan Luis, empezó a dar conferencias, escribir libros y a comunicar sus descubrimientos porque Arsuaga es un hombre sabio y uno de los más cercanos, el más cercano, al conocimiento de la evolución humana y, además, con un relato natural, claro, inteligible de lo que eran nuestros antepasados más lejanos, los de la Prehistoria.
Cuando veo a Arsuaga, me pregunto muchas cosas, por ejemplo, qué le debemos al Cromañón y al Neandertal... qué nos queda de ellos. Me pregunto si el hombre ha sido feliz en el pasado... Si hace decenas de miles de años existía la polarización, la crispación política, o esto es patrimonio únicamente de los seres tan educados, tan formados, tan solidarios y tan evolucionados de este siglo. Cómo era el machismo, cómo se manifestaba. Cuándo y por qué descubrieron aquellos seres que era necesario meterse en la senda del progreso. Y me pregunto todo esto intuyendo que él, Arsuaga, tiene una explicación.
En cualquier caso, solo puedo decir que voy a dar paso a un invitado realmente ilustre. Juan Luis Arsuaga es biólogo y catedrático de Paleontología en la facultad de Ciencias Geológicas. Es autor y coautor de distintas publicaciones... Atapuerca y la Evolución Humana, La saga Humana, El reloj de Mister Darwin o Nuestro Cuerpo… donde descubrimos, en un diálogo con el arte y la historia, nuestro ser físico y, entre otras cosas -permítanme la anécdota- "por qué caminar no adelgaza..." (porque nuestro cuerpo ha evolucionado y se ha rediseñado para aguantar largas caminatas con el menor gasto energético posible). Arsuaga es reconocido como un gran comunicador de temas científicos y tiene, entre otros premios, el Príncipe de Asturias de Investigación científica y Técnica.
* The Day After es una película catastrofista que habla de la glaciación como la mayor catástrofe natural que se puede dar. De producirse, Europa y gran parte de América serían inhabitables. Habría que preguntarse si esto puede ocurrir y la contestación es que sí porque ya ha ocurrido hace 12.000 años al igual que ya han ocurrido grandes terremotos y maremotos como el que arrasó Lisboa en 1755. Lo que ha ocurrido puede volver a ocurrir.
* Si los humanos queremos vivir en este planeta tenemos que sobreponernos a las leyes de la naturaleza que no siempre nos favorecen. La Naturaleza es amoral. Y para no estar sometidos a los vaivenes del clima, por ejemplo, necesitamos esa ingeniería planetaria; lo que no podemos hacer es “nada” frente a los que piensan, por ejemplo, que la naturaleza es buena per se. El conocimiento del funcionamiento del planeta nos permitirá su modificación y adaptarlo a los intereses de los humanos con ideas e intereses planetarios.
* La actividad solar es importante en el clima. Esto es un buen ejemplo de algo que no controlamos pero que podemos compensar. A veces cuando se produce una gran erupción volcánica llega menos radiación solar a la Tierra y se produce un cierto enfriamiento. Recordemos el año sin verano de 1816 donde un volcán indonesio arrojó cenizas a la atmósfera y se perdieron cosechas en todo occidente y en Estados Unidos. No paró de llover y no salía el sol y reunidos en el Lago Leman, Mary Shelley escribió Frankenstein con 19 años, Lord Byron un poema y Polidori la primera novela de vampiros. Este es un buen ejemplo de cómo la naturaleza puede afectar al clima y puede producir incluso revoluciones como se produjeron en en ese año con grandes hambrunas como en Irlanda.
* El problema con la ciencia es que requiere tiempo. En España solo hay un programa de divulgación científica. En todo el espacio radiofónico solo hay un programa de ciencia que se emite el domingo a las 6:00 h de la mañana en Radio Nacional de España. Curiosamente si vemos las estadísticas, a finales de año, de las 10 noticias más visitadas de los periódicos las ocho primeras son de ciencia.
Fotografía: Iván Matamoros
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