Edurne Pasabán en la Jaula de Gatos
El alpinismo es un ejercicio físico que va más allá de ser un deporte; es algo que se practica en la naturaleza en un medio difícil y donde se asumen riesgos y donde hay que calibrar muy bien las cosas y tomar decisiones cruciales. Es de los pocos deportes que han llamado la atención de la literatura, del arte, de la pintura. Edurne tiene el mérito de haber sido la primera mujer en el mundo de hacer los 14 ocho miles que existen en un deporte copado por los hombres.
Jerónimo López
Una vida de altura
Soy nacida en Tolosa de una familia muy normal y los vascos siempre hemos sido muy montañeros, por la orografía supongo. El fin de semana no había otro plan que subir al monte. Así a los 14 años me apunté a un club de montaña, en mi pueblo, con dos amigas interesadas más por el monitor que daba el curso de escalada que por el alpinismo. Y a mí empezar a salir al monte me enganchó y sobre todo cuando no encajas muy bien en el grupo de amigas y en el ambiente que te rodea. Yo era la que no encajaba, ahora a esas situaciones le ponemos el nombre de bullying. Y empecé a escalar en la montaña no solo porque me apasionaba sino porque comencé a sentirme muy bien y muy cómoda; la gente de escalada me respetaba y me valoraba. Y a los 15 años ya estaba yendo a los Alpes y a los 18 a los Andes y mis padres entendieron que aquello me hacía bien.
A los 18 años mi padre se plantó delante de mí y me preguntó qué iba a hacer con mi vida, que era momento de centrarse. Yo no tenía ninguna vocación clara. yo pues no tenía ni yo no tenía la vocación. Pero como la familia tenía una empresa dedicada a hacer máquinas para el papel y a mi alrededor había muchos ingenieros pues terminé esta carrera y comencé a trabajar en la empresa familiar. Pero yo seguía escalando y en el año 97 decidimos en el club de montaña de mi pueblo ir a una montaña de ocho mil a lo vasco. ¿Por qué digo a lo vasco? Porque en Tolosa nadie había subido una montaña así. Nos juntamos cinco que no sabíamos ni ubicar el Himalaya en el mapa. Y decidimos ir al Dhaulagiri y en los carnavales de Tolosa montamos un bar con el apoyo de todo el pueblo para sacar dinero y poder ir en el año 98. Allí coincidimos con una expedición de italianos que eran mucho más expertos que nosotros, aprendimos mucho y yo me enamoré de uno de ellos. Y yo digo que mi vida de alpinista es más por amor. Estos italianos que eran guías de alta montaña, militares que trabajan en el rescate, etc. me invitan al año siguiente, en el 99, a ir a al Everest por la cara norte. Claro, la relación que yo tenía con el italiano era complicada y solo nos podíamos ver yendo al Himalaya. En un deporte de hombres, nadie apostaba por una chica de 24 años. Pero yo seguía insistiendo. Yo creo que todo el mundo, indistintamente del género, tenemos que demostrar que somos capaces de conseguir las cosas a través del tesón.
Con los italianos seguí escalando, Silvio, Mario y yo. Íbamos a todos los sitios juntos. Y aprendí muchísimo pero fue muy duro. Bajando la cumbre del Makalu llegamos al campamento cuatro a 7900 m. y Silvio me dice que va a seguir hasta el campo base a 4500 m. Yo le digo que no puedo. Era el año 2002 y mi segundo ocho mil. Y allí me dejó. Tuve que bajar sola al día siguiente y cuando llego me dice que había desmontado todo y que nos íbamos. Aprendí con ellos pero fue muy duro. Y después se acabó.
Yo siempre había escalado en grupo y en el 2002 me encuentro sola pero yo no quería dejarlo. Así que me pregunté cuál era el ocho mil más fácil, el Cho Oyu. Y allí me voy sola y me encuentro una expedición de “Al filo de lo imposible”. Me conocen y al año siguiente me proponen participar en una de sus expediciones. Y ahí mi vida cambia. En el año 2003 vamos al G1 y G2 a Pakistán. En una semana hicimos dos montañas de ocho mil metros. Y luego ya el gran salto que cambió mi vida viene en el año 2004, cuando “Al filo” propone ir al K2. Todavía en mis planes no estaba el objetivo de hacer los 14 ocho miles. Pero ese año hacía 50 años de la primera ascensión al K2 y Televisión Española quería hacer un documental. Sebas me llama y me dicen que van a ir Juan Vallejo, Ferrán Latorre, Mikel Zabalza, Juanito Oiarzabal. Y yo les dije que sí. Fue una expedición durísima y muy difícil. Llegamos muy tarde a la cumbre y la bajada fue complicadísima. Me quedé me quedé sola y perdí la luz. Los que venían por detrás a 8400 m. me encontraron tirada en el suelo y me ayudaron a bajar antes de que me llegara la muerte dulce a -35º C. Consecuencia de aquello tuve mis primeras congelaciones, me faltan dos dedos en los pies.
En el año 2005 ya estaba recuperada y nos fuimos al Nanga Parbat e hicimos cumbre. Y ya en 2007, 2009 y 2010 hice los 14 ocho miles. Pero hay un año, el 2006, que fue diferente. No fui al Himalaya porque estuve enferma. Ese año tuve una depresión muy grande. Entré en el agujero más oscuro que alguien podría entrar. Estuve dos meses en un hospital psiquiátrico. Ingresé el día de Reyes. Me dieron el alta y volví a recaer a finales del año. La gente se preguntaba el porqué si ya tenía éxito, era conocida y trabajaba en “Al filo de lo imposible”. Yo tenía 31 años y no me dedicaba profesionalmente a esto. Yo trabajaba en la empresa de mi padre y llegó un momento en que me dijo que tenía que aceptar responsabilidades, dejar de ir al Himalaya. Abrí un restaurante y una casa rural y servía platos y hacía camas. Y en ese año yo me preguntaba qué estaba haciendo con mi vida. Mi vida era completamente diferente a la de todas mis amigas y un cúmulo de circunstancias me hizo caer en ese pozo. Yo siempre digo que doy gracias a que pedí ayuda. Ahora hablamos de salud mental, de depresión y de suicidio. En el año 2006 no se hablaba de esto. Yo lo intenté dos veces. Y a mi padres esto les vino muy grande pero fueron muy valientes. Los especialistas me ayudaron mucho y yo creo en la medicina. Al año siguiente, en el 2007, probé nuevamente en el Broad Peak y me di cuenta que aquello era lo mío, que tenía que aceptar que esa era mi vida, que yo era diferente. Y allí decidí que tenía que terminar los 14 ocho miles porque necesitaba un propósito para tirar hacia adelante.
Y cuando en el año 2010 terminé los ocho miles ya me había preparado para el después, me conocía mucho más, había tomado herramientas y tenía soluciones. Hecho de menos muchas cosas pero no me ha ido mal porque yo tenía otro sueño, ser madre. Tengo un hijo de 7 años y pienso que ahora no podría ir de expedición porque el riesgo lo veo de otra manera. Y además creo que me va a faltar tiempo para hacer todas las cosas que quiero hacer. Y una de ellas es ayudar a todas esas chicas, a todas esas mujeres a que crean mucho más en en ellas mismas, porque a mí, eso me hubiera ayudado en su momento.
Lista de asistentes:
Edurne Pasabán, Beatriz Sanz, Cristina Cifuentes, Dulce Ortega, Espido Freire, Ana Menas, Eva Ortega, Laura M.Sanz, Lourdes H. Aja, Marga Crespo, Marta G. Cassina, María Zaplana, Patricia Melgarejo, Rosa Tomé, Xisca Ramis, Alfonso Mtnez de Irujo, Antonio de la Riba, Antonio Hernando, Eduardo Rodrigo, Chema Gredilla, Ernesto Fdez Bofill, Jerónimo López, Jesús Aguado, Gerardo Viada, Julio Rodríguez, Iván Matamoros, Jaime Porras, Fernando Ramírez, Edmundo Gil, Luis del Río, Mariano F. Bermejo, Miguel Bernáldez, J.M. Padilla, Luis Puente, Miguel Ríos, Ricardo Goizueta, Ricardo Juste, Juan Chaves, Santiago Pedraz y Miguel Muñoz-Calero.
Coordinador: Miguel Muñoz-Calero.
Resumen de la tertulia y blog: Alejandro Dolz.
Fotografía: Ivan Matamoros.
Tarjeta invitación: María José Sanz.