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viernes, 14 de diciembre de 2018

Aniversario del Museo del Prado

Un buen amigo , director del gabinete de prensa y jefe de comunicación del Museo del Prado nos envía este magnífico vídeo para que lo difundamos.
Aniversario del Museo del Prado

FRAN RIVERA “Paquirri” EN LA JAULA DE GATOS.



Fecha: 14 de Noviembre de 2018
Lugar: La Posada de la Villa
           Cava Baja, 9
           MADRID
Asistentes: Francisco Rivera “Paquirri”, (invitado) Susana Griso, Gerardo Viada, Fernando Ramírez de Haro, Antonio de la Riva, Guillermo Llamas, Laura Miñón, Beatriz Sanz, Mercedes Moro, Cristina Carrillo, Leandro Crespo, Juan Fontán, Antonio Hernando, Jesús Díaz, Alejandro Muñoz Calero, Francisco Hidalgos, Javier Menéndez, Mariano Fernández Bermejo, Tamara Muñoz Calero, Alberto Sánchez Horneros, Juan Chaves,  Jacinto Santos, Julio Sanz, Francisco García (Frasquito), Miguel Muñoz Calero y Luís Yáñez.

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Con  demasiada frecuencia, la gente encasilla a las personas, sin haberlas conocido nunca. Grave y lamentable error. Una  absurda e injustificable costumbre,  que debemos erradicar de una vez por todas, si queremos ser ciudadanos normales y  respetables. 

Algunos de los que participaron en este Foro, no conocían de nada, a la persona que hoy departió con nosotros, cinco  horas de lo más interesantes. Ignoro la opinión que tenían de Francisco Rivera antes del coloquio, pero lo que sí puedo asegurar, es que al final del mismo, el concepto de todos los contertulios, era de o más positivo, es más diría que extraordinariamente elevado. Tal es así, que varios de ellos al finalizar la misma, comentaron que había sido una velada magnífica y profundamente ilustrativa,  siendo un tema tan controvertido como es el de los toros, que una gran mayoría desconocían en profundidad, y que el maestro había presentado fenomenalmente la cara más amable de este desconocido y apasionante mundo. Francisco Rivera no es que nos sorprendiera, ni mucho menos, sabíamos de su gran categoría profesional y humana, de su templanza, como  buen torero que ha sido, de su integridad  y de su valor,  virtudes que fueron las razones definitivas, para que este día fuera nuestro contertulio invitado. No cabe la menor duda que fue un verdadero acierto.

Como he dicho antes, nos dio una clase magistral, como maestro, de lo que es y de lo que fue en el mundo del toro. ¿Cómo no va saber de lo que va todo esto, siendo como es el heredero de una saga, en la que  se encierra, como si de una enciclopedia se tratara, todo el arte de Cúchares? “De casta le viene al galgo”, dice el viejo refrán castellano; y nunca mejor dicho como en esta ocasión. Padre torero (Paquirri), madre (Carmina), hija de torero (Antonio Ordoñez). Ahí es nada. Por sus venas corre la sangre de la más pura estirpe torera. Sin duda alguna, su familia, es una de las más prestigiosas  y de  larga tradición taurina. Veamos sino, como será posible mejorar este pedigrí. Desde su bisabuelo Cayetano Ordoñez, (Niño de la Palma). Abuelo, (Antonio Ordoñez). Padre, (Paquirri). Tíos, Riverita, Curro Vázquez y Luis Miguel Dominguín. Hermano, Cayetano Ordoñez, conforman todo un linaje difícilmente igualable.

Su entorno huele a torería, a torería de la buena, a esa que solo unos cuantos han podido olerla y disfrutarla desde la más tierna infancia, en una familia tan señera como la suya, y vivirla con tanta intensidad y con tanta fuerza como la ha vivido Francisco Rivera. No es de extrañar que desde el año 1991 que se vistió de luces por primera vez en la plaza de toros de Ronda, hasta el año 2017 que decide retirarse de los ruedos como torero, nos haya dejado una brillante carrera de 26 años, en la que ha cosechado éxitos y triunfos que le han dado esa fama justamente merecida.

En su debut como diestro, se anuncia como Fran Rivera, hasta que en el año 2010, decide figurar en los carteles con el nombre de su padre, que a su vez es el suyo: Francisco Rivera “Paquirri”. ¿Que se ha retirado?, es cierto; pero jamás dejará de ser torero, matador,  diestro,  lidiador y maestro mientras viva. No podrá evitar que cuando se pasee por su Sevilla del alma, todo aquel que pase por su lado le dirá: “Ahí va un torero”, porque su figura siempre estará orlada con ese halo de torería que  lo conforman de una forma armoniosa, todas las piezas de ese vestido de luces imaginario, que dejan en la silueta y en el perfil de los toreros ese aroma que los delatará siempre. Bendita profesión, que incluso cuando se han retirado, los aficionados siguen recordando sus inolvidables gestas, y jalean su paso con un expresivo ¡Olé!. Es para sentirse muy orgullosos, de verdad que sí.

Delante de un toro, lo que realmente  vive un torero es un cúmulo de emociones. El toro le permite al torero hacer muchas cosas, siempre que las haga bien, para que este sea capaz de transmitir a los aficionados ese sentimiento, que incluso a ellos mismos les resulta muy difícil explicar; pero que en muchas ocasiones, se resume en un muletazo bien ejecutado, con profundidad y temple. Es en ese momento cuando el torero convierte todo esto  en una obra de arte, que emociona al que lo ve, tenga o no tenga afición. Hay muchísimos ejemplos de personas, que no siendo simpatizantes de las corridas de toros, incluso diría de sentimiento antitaurino, viendo una faena bien resuelta, se han rendido y emocionado hasta tal punto, que a partir de ese momento se han convertido en auténticos aficionados. Ser capaz de dominar un animal totémico como un toro, estremece hasta al más insensible.

La postura de los toreros frente al movimiento animalista y antitaurino, siempre ha sido respetuosa, en la misma medida que aquellos sean considerados y comedidos, con los que no piensan igual que ellos. Lo que no es de recibo, es el insulto más vil y cruel que uno pueda imaginarse, que arrojan no solo contra ellos, sino contra su entorno familiar, en virtud de no se que inexplicables razones. ¡No hay justificación alguna! Se creen en el derecho de escupir las mayores barbaridades  que se les ocurran, cuando ellos son incapaces de aguantar el más mínimo reproche. Hay que tener pocos sentimientos y carecer de la mínima dosis de humanidad,  para  alegrarse y festejar la muerte de un torero como Víctor Barrio, que perdió la vida en la plaza de Teruel, o la pérdida de un ojo de Juan José Padilla en Zaragoza, ambos en el año 2016, colgando en internet las misivas más soeces y abyectas que jamás se hayan leído. Los ataques de hoy en día son brutales y lo peor es que tampoco miden las consecuencias que de ellos se derivan. Los argumentos proteccionistas dicen que aman tanto al toro, que prefieren su extinción a verle sufrir, sin embargo el torero basa su argumento, en que lo ama hasta tal punto, que está dispuesto a morir por él en un plaza de toros. ¿Quién es el que realmente ama más a los toros, el proteccionista o el torero?. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Una prueba seria en la que se recogen opiniones de un antitaurino, es el programa que Frank Cuesta ha hecho de una forma desapasionada del mundo del toro en general. Siendo como es un declarado antitaurino, al final fue tremendamente rotundo y sincero al decir que no le gustaban los toros, pero que respetaba tanto  a los toreros como  a los aficionados. Esta es una postura de lo más respetable. Cuando fue por primera vez a la plaza de toros de las Ventas de Madrid, a ver su primera y única corrida, la cosa cambió mucho al ir acompañado  de Esplá y Victorino, que le  explicaron de que manera funcionaba todo aquello, sin que ninguno pretendiera imponerle su opinión. Después de aquella experiencia en la que vivió de cerca el ambiente, así como  los comentarios que se  hicieron, todo ello  le llevó a manifestar públicamente el siguiente comentario: “Muchas veces criticamos, protestamos o luchamos contra algo, sin tener toda la información. Es cierto que tenía muchos datos erróneos, algo que es una putada, porque tienes que reconocer que has estado contando mentiras y cosas que no son verdad. Y no es que haya cambiado de opinión, pero si la perspectiva de que no hay que mentir para tener razón”. Estas son unas opiniones respetables, serias y consecuentes, de un antitaurino como Frank Cuesta, que todo el mundo taurino respeta como se merece. Lo que venimos diciendo a lo largo de esta tertulia, te pueden o no gustar los toros, pero no por ello ser un testarudo exaltado  y un intolerante.

El calificativo de matador de toros, viene desde hace varios siglos, concretamente del siglo XVIII. Los inicios de la fiesta de los toros, consistían en soltar en un recinto cerrado varios toros y matarlos con espada, a medida que iban pasando al lado de unos señores estratégicamente situados,  que se encargaban de darles muerte. En la inauguración de la plaza de toros de Ronda, el primer día se mataron 78 toros y al día siguiente 83. Desde sus inicios las corridas de toros van sufriendo una transformación con el paso de los años. En el siglo XVIII aparece un rondeño llamado Pedro Romero, al que se ha calificado como el primer matador de toros, suerte para la que tenía un talento especial. Inventa la muleta, con la cual consigue que en vez de matar al toro de cualquier manera,  lo domina con una franela, (muleta), llevándolo donde él quería. 

Posteriormente,  ya en los primeros años del siglo XX, surge Juan Belmonte, apodado el “Pasmo de Triana”, que considera que al toro hay que dominarlo y controlarlo, lo que se dice hacerle faena. Está considerado como el fundador del toreo moderno, por el hecho de revolucionar la tauromaquia tal como se entendía hasta ese momento. Puso en práctica los tres tiempos; parar, templar y mandar, unas reglas  que con inteligencia, consiguió dominar al toro a fin de extraerle lo mejor del mismo. En la década de los treinta del siglo XX, aparece la figura de Manolete, que consigue hacer realidad la idea de torear quieto, que había sido desde los comienzos la obsesión de todos los toreros. Decía  Manolete, que todo lo que se había hecho hasta ese momento estaba muy bien, pero que lo que había que conseguir era  la quietud total, y que el que tenía que moverse era el toro, no el torero; y lo consiguió. 

Al año siguiente de la muerte de Manolete, 1947 en Linares, aparece en escena Antonio Ordoñez, que además de dominar al toro y hacerlo completamente  quieto, había que torear despacio, marcando así un antes y un después en la tauromaquia. Nos dejó un estilo purista y de una estética sin par, manteniendo la más pura esencia del toreo ortodoxo. Daba la impresión que con estas cuatro figuras del toreo, poco más se podía hacer, pero a finales de la década de los setenta del siglo XX, asoma en el escenario taurino la figura de Paco Ojeda, que lleva a cabo, digamos, que la última revolución del toreo, metiéndose en los terrenos del toro y quedándose totalmente quieto, de tal manera que el toro girase siempre en torno a su figura, sin descomponerla en ningún momento. Este es el punto de vista y la opinión de Francisco Rivera Ordoñez, de un torero, con muchos años de experiencia, que por genética y andadura torera, algo tiene que saber de esto, y mucho, digo yo.

A lo largo de su vida como torero, ha toreado más 1800 corridas de toros, acordándose perfectamente de todos los toros que ha lidiado, así como los compañeros que tuvo en cada una de las corridas. De hecho tiene una anécdota  que prueba lo que dice: “En cierta ocasión quiso comprar un perro de  raza Boxer, a un veterinario, el cual le dijo, que si superaba una prueba se lo regalaba. El veterinario tenía en su casa un salón grande con 14 o 15 cabezas de toros, matados por distintos toreros y le dijo, si adivinas entre estos toros  cual de ellos es el que tu has matado, el perro será tuyo. Los fue mirando detenidamente  y al llegar frente a uno de ellos le dijo con toda firmeza, este y lo toreé en Madrid en tal año; acertó de pleno y tal como le había prometido, lógicamente se llevó  el perro gratis”. Cree que uno pasa tanto miedo, que se le queda grabada en la mente la imagen del toro mientras viva. Después de haber lidiado tantas corridas de toros, recuerda con toda nitidez, como era cada uno de los toros que le tocaron en suerte, la plaza donde los toreó y los compañeros de terna.

Como torero, las plazas que más le han inspirado y  donde se ha encontrado más a gusto y he hecho las mejores faenas de su vida han sido, Sevilla y Ronda. En Sevilla porque los tendidos tienen algo especial, allí se dan cita, toreros, ganaderos, empresarios y muchos profesionales del toro, es como algo muy cercano, muy familiar. En Sevilla y en muchas plazas de Andalucía, el público juzga al torero en función del toro que tiene delante; Madrid sin embargo, tiene un problema con los toros; los quieren de un peso en muchas ocasiones exagerados, y la exigencia del público pasa precisamente, por el hecho de que sean muy aparatosos de presencia, tanto en el volumen como en el peso, lo cual por regla general, impide que tengan una buena embestida, y que el torero no pueda lucir como quisiera. Lo que sí es cierto es que para triunfar como torero hay que hacerlo en Madrid y en Sevilla. Madrid, te da dinero y Sevilla, categoría. Ronda para él y para toda  la familia Ordoñez, siempre ha sido otra cosa. Es su casa, su tierra y su gente, y la responsabilidad en ocasiones le atenaza a uno, y le impide estar a la altura de lo que se le exige, precisamente por ser un Ordoñez.

Recuerda que siendo muy niño, un dia le preguntó a su tío Luis Miguel Dominguín: “Tío, cuéntame el truco que hay que hacer para ir a “puerta gayola”;  y aquel torero sabio, que era Luis Miguel, le dijo: “Mira pariente, tu estás en el burladero, haces acopio de todo el valor que puedas tener, y empiezas a caminar hacia la puerta de chiqueros; cuando llegues al medio del ruedo, te van a entrar serias dudas de porque has decidido hacer eso, y en ese momento la mayor parte del valor se esfuma, pero siempre queda un resquicio al que hay que agarrarse como sea, para no desandar el camino que has hecho. Si superas ese límite, ya es cuestión de seguir y que sea lo que Dios quiera. Llegas a ese punto, ni muy cerca ni muy lejos, que es donde debes hincarte de rodillas, mirar al torilero decirle con un gesto que abra la puerta, y a partir de ahí lo más importante, es que el toro pase por un lado y tu te quedes en el otro”. Todo un compendio de sabiduría taurina.

 La primera vez que llevó a cabo este lance fue en Sevilla, lo recuerda perfectamente. En el momento que se dirigía a la puerta de chiqueros, la gente empezó a decir que no lo hiciera, tanto es así, que estuvo a  punto de darse la vuelta, pero al final una ovación enorme le animó a seguir, y en el instante que se puso de rodillas, la plaza quedó en un silencio, que no recuerda nada semejante en toda su vida. El torilero, le dijo: “Cuando quiera maestro”, le hizo una señal de asentimiento y el responsable de abrir la puerta dirigiéndose a los tendidos dijo: “Señores, silencio que un hombre se está jugando la vida”, y lo cierto es que todo salió muy bien y aquel día no se le borrará jamás de su mente. Fue verdaderamente extraordinario.

El hecho de que las mujeres no hayan triunfado en el mundo de los toros, no quiere decir que los hombres le hayan puesto impedimentos, eso no es cierto, por lo menos en las últimas décadas. Es verdad que desde el principio, el toreo era cosa de hombres, y así ha sido, pero salvo honrosas excepciones como Conchita Cintrón y Cristina Sánchez y algunas otras, que tuvieron actuaciones muy aceptables, no ha habido ninguna mujer que haya sido capaz de hacerle a un toro lo que hay que hacerle al más alto nivel, de haber sido así, con toda seguridad la mujer hubiese triunfado en toda regla. No podemos negar que a principios del siglo XX hubo algún que otro torero que se negó a figurar en carteles con mujeres, pero fueron casos muy esporádicos. Salvo la Real Orden firmada por Antonio Maura prohibiendo  las mujeres tomar parte en corridas de toros a pié, nunca hubo una oposición frontal para que las mujeres fuesen toreras.

En una corrida de toros, el torero representa lo femenino, y el toro lo masculino. El traje de luces que viste el diestro, por su colorido y adornos, no se puede negar que es una prenda claramente femenina. El toro sin embargo, es la representación de la fortaleza, el valor y la bravura, atributos más típicos del género masculino. Y con este escenario es  precisamente la hembra, la que con sus dotes de inteligencia y sabiduría, la que conduce al macho hacia donde ella quiere. Valga como un símil, la  faena que se le hace a un toro con la vida diaria, donde la inteligencia y la sabiduría femenina, se impondrán en la mayoría de las veces a la fuerza bruta masculina. Pura ley de vida.

Nadie ha dicho que las mujeres no estén capacitadas para mandar en el mundo de toro, lo que sí es cierto es que hasta la fecha ninguna mujer que se haya puesto delante de un toro, ha sido capaz de triunfar repetidamente en las grandes plazas; de haber sido así,  la que lo hubiera hecho, podría haber dicho con toda autoridad: “Aquí mando yo”, y por supuesto que no hubiera quedado otro remedio que aceptarlo. Por ejemplo, hace tres años el torero peruano Roca Rey, era un auténtico desconocido, pero llegó a Madrid, Sevilla, Bilbao, Pamplona, Málaga, Zaragoza, etc. etc. alcanzó grandes triunfos en repetidas ocasiones, y a partir de ese momento es él el que “corta el bacalao”, y su criterio y su opinión se respeta y además la  impone donde quiera que  vaya, así como a los compañeros que le acompañarán en los carteles  y las ganaderías que más le interesan. Esto es así en el mundo del toro, el que triunfa día tras día y temporada tras temporada, es el que impone su ley. Como en casi todos los órdenes de la vida.

La mayoría de los toreros están en contra de que los toros de Madrid, Sevilla, Pamplona y Bilbao, pesen e incluso sobrepasen los 600 kgs. El toro es un animal atlético, acostumbrado a moverse libremente en la dehesa, y que dada su morfología,  su peso  debe rondar los 500 kgs., para que tenga la movilidad suficiente y necesaria, para desarrollar todo lo que lleva dentro. A un toro de 600 kgs. no se le puede pedir que corra con facilidad, que transmita y que humille, es imposible. El exceso de peso lo único que puede ocasionarle a un toro es una lesión o que se congestione y no embista, a causa de la excesiva gordura. No porque un toro sea más voluminoso y tenga un peso desproporcionado, va tener por ello ni mejor planta, ni mayor bravura. El trapío y las cualidades de un toro se miden por la nobleza y la codicia con la que acude al engaño, no porque sea un mastodonte.

La fiesta de los toros en Francia, está declarada desde el año 2011, como Patrimonio Cultural Inmaterial, siguiendo los criterios de la UNESCO y aprobada por la comisión etnológica del Ministerio de Cultura francés. Aunque solo sea por una razón de tradición, ha sido una pena que Francia lo haya conseguido antes que España. De hecho en Francia las corridas de toros están blindadas, cosa que en España también lo están ahora, aunque lo cierto es que costó mucho trabajo conseguirlo.

No se trata de que en Francia se hayan apropiado de una tradición muy nuestra, sino de una merecida y trabajada asimilación, que dice mucho en su favor, por el interés demostrado. En cuanto al futuro de las corridas de toros en España, lo cierto es que se ve un poco complicado. Estamos en el ojo del huracán, y es más tenemos la impresión, que los toros se están utilizando en política, como un arma arrojadiza. Parte de culpa de lo que está ocurriendo, es de los toreros, puesto que no han sabido explicar lo que es realmente el mundo de los toros. Sin embargo de un tiempo a esta parte, hay como un efecto rebote, como prueba el hecho de que cada vez haya más gente joven y más círculos taurinos donde prima sobre todo la juventud. Cree que con esta nueva savia, se vislumbra una pujante afición, que nos hace concebir un futuro mucho más esperanzador para la fiesta. Francisco Rivera ha podido pulsar directamente esta nueva tendencia, por las veces que le han llamado para participar en charlas y mesas redondas organizadas por representantes de distintas universidades españolas. Mientras haya una juventud que quiera ir a los toros y las plazas se llenen, el futuro puede ser  mucho más halagüeño de lo que se esperaba, sin obviar por supuesto, la preocupación de que el momento actual, sigue siendo muy preocupante.

Es real que en los últimos años, la asistencia de público a los   espectáculos taurinos ha descendido en un porcentaje que supera el 50%. Digamos que hasta cierto punto ha venido bien, para hacer una limpieza de ganaderías que no tenían categoría suficiente para que su ganado fuese lidiado en una plaza de toros. También es cierto que la profunda crisis económica que hemos pasado en los últimos años, ha influido de una forma determinante en el desequilibrio del sector, en gran parte debido a que a las administraciones públicas, (Diputaciones, Ayuntamientos, etc.), se les prohibió de una forma tajante que financiasen ningún tipo de festejos taurinos.

 Antaño lo común era que en cualquier pueblo de la geografía española se celebrase alguna novillada o corrida de toros, coincidiendo con las ferias locales, hoy solamente pueden celebrar estos espectáculos aquellas ciudades o pueblos que pueden asumir en su presupuesto de fiestas, la celebración de este tipo de festejos. Entre otros, estos fueron los motivos principales, por los que el número de eventos taurinos se redujese en tan alto porcentaje. Aparte de las corridas de toros, era tradicional que se celebrase un encierro por las calles del pueblo o ciudad, con los toros que se lidiarían por la tarde, este acontecimiento también ha sufrido un notable descenso, siendo sustituido en algunas localidades por el “boloencierro”, que consiste en hacer rodar por las calles del pueblo, una bola de anima de hierro cubierto con poliespán, con un peso que a veces llega a los 300 kilos y que sirve de regocijo para los jóvenes;  bueno, no deja de ser un sustitutivo, que nadie se cree que cale en los ciudadanos como si de un encierro con toros se tratara.

La afición a los toros le viene desde la niñez. Siendo muy joven un día le dijo a su madre, “Mamá, quiero ser torero”, a lo que ella le respondió: “Díselo a tu abuelo”. Durante un tiempo dudó como decírselo, ya que sabiendo como era su abuelo Antonio Ordoñez, el cual sentía un gran respeto por el mundo de los toros, Fran tenía serias dudas de que no le hiciese caso alguno. Pasado un tiempo, un día se armó de valor y se decidió a planteárselo  de la forma siguiente: “Abuelo, quiero intentar ser torero”. 

Está convencido que si le hubiese dicho directamente de una forma rotunda y tajante: “Quiero ser torero”, no le hubiese hecho ni caso. Posiblemente la forma de decírselo fue lo que le convenció de que iba en serio, y que eso era lo que realmente le gustaría  ser. A partir de ese día empezó a llevarlo con cierta frecuencia al campo, y allí empezó  tentando  becerros,  hasta que un día se vistió de luces, por primera vez en la Plaza de Ronda, sin picadores, y desde entonces hasta el año pasado,  que se ha retirado definitivamente, ha toreado durante 26 años de una forma ininterrumpida. La tradición familiar sigue en los ruedos, Fran Rivera la mantuvo hasta el año 2017, su hermano Cayetano ha cogido el testigo  de la familia que durante todo el siglo XX y parte del XXI han sido santo y seña del toreo, ahora en lo que resta de siglo, se espera que los Ordoñez sigan la senda que dejaron esculpida con letras de oro, desde el Niño de la Palma,  pasando por el sabio Antonio Ordoñez, hasta sus nietos “los Rivera”, que también llevan el gen  Ordoñez. Fran se ha retirado, ahora queda Cayetano, ¿y posteriormente quien vendrá?

Su opinión sobre cual ha sido el mejor torero de la historia, lo dice plenamente convencido; su abuelo Antonio Ordoñez. No le ciega la pasión familiar, en su andadura como torero durante casi tres décadas, la gran mayoría de toreros tenían como referente a Antonio Ordoñez. A cualquier torero de antaño o actual que se le formule la  siguiente pregunta; 

¿cuáles  han sido los tres mejores toreros que ha habido a lo largo de la historia de la tauromaquia?; raro sería quien no citase entre ellos a Antonio Ordoñez. Esto quiere decir, que es un referente y un reconocimiento tácito de la talla como torero que fue su abuelo. Los aficionados que lo vieron torear, todavía guardan en el recuerdo, su estilo y su elegancia delante de los toros. Al igual que le reconocen, su inteligencia, para saber en todo momento la lidia que debía hacerle al toro de turno. Ese conocimiento de los animales, lo han tenido muy pocos toreros.   
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Y estas fueron algunas de las  reflexiones que nos dejó sobre el mundo de los toros:

“El toro da su vida por la gloria del torero”.
“La tauromaquia clásica habla de parar, templar y mandar, que no es otra cosa que dominar la situación con inteligencia, para extraer de ella lo mejor que encierra, con resolución y elegancia en la ejecución”.
“El toro, nace y se le cuida, para ser matado a espada, en una plaza de toros, no por un matarife en un matadero”.
“Miedo tienen todos los toreros, el valor consiste en ser capaz de superar el miedo”.
“Más que proteger al mundo taurino, lo que se necesita, es una serie de  explicaciones correctas, de lo que es este mundo”.
“La base para ser torero es el valor, y eso o lo tienes o no lo tienes”.
“El torero si lleva una faena premeditada en la cabeza, por regla general, no le sale nada de lo que había previsto. Tiene que improvisar en función de las características del toro”.
“Decidió ser torero porque si desde el tendido disfrutaba muchísimo, entendía que desde el ruedo sería mucho mejor, y así fue”.
“Entre toreros, el único rasero por el que se juzga a un compañero, es por lo que uno es capaz de hacerle a un toro”.
“La igualdad en los toros consiste en tener todos las mismas posibilidades, no que un torero/a por el hecho de ser mujer u hombre, tenga que triunfar por decreto o por otro tipo de intereses o condicionantes, que no sean los de hacerles  grandes faenas a los toros”.


“Una persona se baja al ruedo de una plaza de toros, porque ha nacido y sueña con ser torero, y para ello es imprescindible el valor y la pasión; si solo fuera por dinero, la cosa no funcionaría”.
“En el toreo llegar es muy difícil, pero mantenerse lo es mucho más”.
“Los toreros se retiran por dos razones, una porque no soportan el miedo y la otra, porque no quieren  dar pena verse arrastrando por los ruedos; y vuelven en la mayoría de los casos, también por dos razones, una por nostalgia y porque echan de menos este mundo del toro y la otra por dinero.”
“Su padre, (Paquirri), como torero le marcó muchísimo, sin duda alguna fue uno de los espejos en el que se miró”.
“El que realmente le enseñó los secretos del toreo fue su abuelo Antonio Ordoñez, no podía haber tenido mejor maestro”.
“Está totalmente convencido, que si las figuras del toreo hubieran apoyado más a las mujeres, incluyéndolas en carteles de ferias importantes, no les hubiera beneficiado nada, al contrario, les hubiera perjudicado”.
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Fue una velada totalmente distinta, pero muy interesante. El tema de los toros no deja de ser un mundo controvertido, que suscita fobias y filias. No era fácil abordarlo. Pero tanto la naturalidad, como el sentimiento  y las formas, en que Francisco Rivera nos fue explicando esas cosas ocultas y mágicas, así como los secretillos de ese mundo fascinante, hicieron que el tiempo resultase muy corto y sobre todo enormemente entretenido. Su gran experiencia le permitió hacer una exposición didáctica y muy aclarativa del más mínimo de los detalles, puntualizando tanto en los tecnicismos como en las anécdotas,  de ese mundo tan complejo y singular que él ha vivido tan de cerca. Escuchar a un torero hablar de toros, es un privilegio que hasta el más iletrado, con un mínimo de sensibilidad tiene que saber apreciar.
Este Foro que desde siempre ha respetado todo tipo de sensibilidades, hoy más que nunca, quiere dejar constancia que aunque algunos de los asistentes no simpaticen con el mundo de los toros, todos sin excepción, han mostrado el máximo respeto por nuestro invitado Fran Rivera, que ha puesto de manifiesto su señorío y  su clase al expresar públicamente su consideración  a los que no piensan igual que él. Prueba inequívoca de su categoría como persona.
Gracias por haber aceptado nuestra invitación, Fran, muchas gracias y hasta siempre.
Por: Luís Yáñez.