Vistas de página en total

jueves, 5 de abril de 2012

ENRIQUE DE CASTRO Y LOPEZ-CORTIJO EN LA JAULA DE GATOS.



Foro: JAULA DE GATOS
Fecha: 27 de Marzo de 2012
Lugar: RESTAURANTE A SOLAINA
           C/ Sor Angela de la Cruz, 22 – MADRID


A S I S T E N T E S: Enrique de Castro López-Cortijo (Invitado), Mariano Fernández Bermejo, Miguel Ríos, Luís Blázquez, Enrique Martínez Reguera (invitado-oyente), Miguel Muñoz Calero, Gerardo Viada, Javier Ruiz de Asín, Carlos Bravo, Ramón Cervera, Agustín Ruiz, Julio Sanz, Jacinto Santos, Miguel Ansorena y Luís Yáñez.

Hace exactamente 10 meses que Enrique de Castro estuvo como invitado en esta Jaula de Gatos. Recuerdo perfectamente su valentía, porque hay que tener valor de verdad para  enfrentarse con este grupo de felinos, a pecho descubierto, sin condición alguna y sin programa de ningún tipo. Claro que todos los que  son fieles a sus principios,  jamás vacilan a la hora de aceptar cualquier reto aún a costa de correr riesgos a veces muy expuestos y peligrosos. Digo esto por el hecho de que cuando aceptó nuestra primera invitación, salvo a una persona, Enrique de Castro no conocía a ningún miembro de este Foro, y eso queramos o no siempre conlleva algo de aventura y un mucho de azar. Aunque si bien es cierto que las virtudes que jalonan este Foro son la tolerancia, la libertad, la educación y el pensamiento libre,  una velada  cara a cara con desconocidos, quiérase o no siempre es algo preocupante. Pero no para Enrique de Castro, para este cura de pobres, de obreros, de desheredados y de marginados,  que demostró desde un principio una sólida firmeza en sus  tesis, de las que ya nos habían informado y que por supuesto dejó muy  patentes en las horas que estuvo con nosotros.  En honor a la verdad hay que decir que todo discurrió sin problema alguno, los buenos modales, la educación, las formas y el tono  presidieron de principio a fin todas las intervenciones. No podía ser de otra forma.

Sobre aquella reunión quiero aclarar antes de nada,  el error cometido por mi a la hora de transcribir y redactar la sinopsis del día, fue en relación con el  Cardenal Tarancón, en cuyo resumen dije, poniéndolo en boca de Enrique e Castro; (lo transcribo literalmente): “Aquella fue la época en que algunos tacharon a Tarancón de “cardenal rojo”, y de rojo Tarancón no tenía absolutamente nada, lo que realmente tenía Tarancón era alma de político, político malo, pero político al fin y al cabo”; Enrique de Castro nos ha puntualizado que el Cardenal Tarancón; “si algo le distinguía era precisamente su condición de gran  político como miembro de alto rango de un colectivo como la iglesia donde desarrollaba  su influencia y el ejercicio del poder, y no precisamente con criterios reaccionarios sino más bien aperturistas, precisamente en unos momentos difíciles en que desde la agitación y la convulsión social y de alguna forma también con un notable ruido de sables que se vivía en aquellos momentos, supo capear con gran habilidad y diplomacia muchas de las cuestiones tan delicadas y controvertidas”. Queda hecha la aclaración, para que no quede duda alguna.

El hecho de que Enrique de Castro sea el primer invitado que  repite su presencia en este Foro,  fue motivado por varias razones: Un tema  tan amplio y complejo como el que a él le afecta,  así como la importancia de la acción social por él desplegada,  que va desde una ayuda incondicional y comprometida con la población marginada,  así como la valiente decisión de tomar partido, en momentos difíciles y complicados donde el riego y la aventura van casi siempre unidos a  la incertidumbre y la inseguridad, hacen de él, cuando menos un personaje notable y muy a tener en cuenta a la hora de escuchar sus razonadas y solventes opiniones,  opiniones que trascienden  a todos y cada uno de los sectores sociales por su gran reputación y  predicamento. También algunos de los miembros de este Foro que no habían estado presentes la última vez que estuvo con nosotros, tenían sumo interés en conocerle personalmente y de paso formularle nuevas   preguntas, y otros ampliar muchas más que la vez anterior por razones de horario se habían quedado en el tintero.
Y como no nuevos temas sobre los cuales el que más y el que menos deseaba escuchar de su boca  sus rotundos y sólidos argumentos, eso si, respetando en todo momento a aquellos que por razones ideológicas o de creencias, discreparan de sus analíticos razonamientos.  Enrique de Castro nos dio otra vez más una lección de cercanía y de humanidad, su ejemplo,  nadie, absolutamente nadie, ni el más terco reaccionario lo cuestiona, todos sin excepción, aunque no comprendan su labor reconocen su infatigable tarea. Ha merecido la pena tenerlo de nuevo entre nosotros.

Enrique vino acompañado  de un Filósofo, Psicólogo y Pedagogo de 72 años de edad, Enrique Martínez Reguera, gallego de nacimiento y brasileiro de adopción, en cuyo país pasó largos años en su labor de apoyo a los desprotegidos, con gran experiencia en el trabajo educativo de niños y adolescentes marginados, autor de 11 libros tales como “Cachorro de nadie”,  “De tanta rabia tanto cariño”,  “La calle es de todos”, “Tiempo de coraje”, etc. Nos dejó una reflexión sobre la familia que ustedes  mismos pueden juzgarla: “Yo creo que hay algo dentro de la familia que es de vital importancia, la crianza, cuando un bebé mama del pecho de su madre, no solamente mama alimento, sino también pertenencia, esperanza, tranquilidad, son cosas que se graban en su cerebro, los horarios, la organización y ni hablar de lo fundamental, mama el amor, otros pequeños con menos suerte maman desorden, desesperanza, falta de pertenencia, desamor, en fin los aprendizajes primeros son básicos”.  A estos últimos ha dedicado su vida y ha tratado de darles vivencias básicas para su mejor desarrollo. Y en esa labor sigue. Realmente fue un gran acierto y un lujo para nosotros que Enrique de Castro nos trajese a un hombre de esta calidad humana.

TEMAS TRATADOS:
Teología de la Liberación.

“Teología” es la ciencia que estudia a Dios  y todo lo relacionado con las cosas de Dios, y “Liberación” es lo más preciado para el hombre, su  libertad.

Sobre la “Teología de la Liberación”,  aquella corriente que se transforma en el seno de la iglesia católica a partir del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, durante el papado de Juan XXIII, donde se definió a aquella iglesia como “pueblo de Dios”,  y que se convierte en “iglesia del pueblo” a secas, considerando al pueblo como la clase oprimida a la cual hay que instruir en su lucha liberadora.
En definitiva la Teología de la Liberación, podríamos definirla como: “El intento de hacer del Evangelio una fuerza buena, de compromiso con la justicia, para la liberación de los pobres y marginados”.

Un tema que nos llevó a  un largo y vivo debate.

Alguien  expuso  argumentos acerca de la inoportunidad de aquel momento histórico en el que se quiso desarrollar de una forma práctica la lucha de clases, proletariado contra capitalistas, sobre todo en algunos países de América latina dominados y oprimidos por dictaduras,   que se aprovecharon de este movimiento para que varios gobiernos justificaran su crueldad a la hora de reprimir cualquier brote de ideas liberadoras que surgiesen del pueblo,  y además le sirvieron para argumentar una sesgada  justificación sin otro fin que el de  perpetuarse en el poder dictatorial, queriendo convencernos que lo hacían por su lucha contra el comunismo internacional que hablaba de una propiedad comunitaria, y  que  luchaba para acabar con la propiedad privada, que era la única manera de cambiar aquellas injustas estructuras. Criterios que fueron apoyados por el Vaticano en defensa de los intereses de los  poderosos,  con lo cual la iglesia se apartó de los principios fundamentales del Evangelio de Jesucristo. También se plantea el hecho de si los pueblos  que sufrían una humillación secular, como campesinos, indígenas, negros y otros estratos sociales oprimidos, fuese oportuno que abrazasen la ideología marxista como si fuera un dogma para ellos.

La réplica fue argumentada en base a la salvación cristiana que no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre,  citando además a varios sacerdotes seguidores de este movimiento teológico así como notables representantes  del Evangelio de Jesucristo, pero muy distantes de los postulados del Vaticano, que abrieron valiosas experiencias apostólicas y pusieron en práctica compromisos evangélicos.
Muchos de ellos dejaron su vida en defensa de aquella lucha contra la explotación y la injusticia,  tales como: Carlos Torres Restrepo, sacerdote colombiano que fue abatido en un enfrentamiento de la guerrilla ELN (Ejército de Liberación Nacional), con las tropas del ejército regular, Ignacio Ellacuría, jesuita español asesinado por militares en El Salvador,  “El cura Pérez”, sacerdote español muerto de una hepatitis en las montañas colombianas mientras luchaba en la guerrilla ELN, Oscar Romero, arzobispo de San Salvador que fue asesinado durante una homilía pastoral en defensa de los derechos humanos, así como un largo etcétera de otros muchos  que entregaron su vida al servicio de una encomiable actividad en defensa de la opción preferencial de  los pobres,  porque según ellos  de esta forma solamente  la Iglesia podría encontrar  su salvación; sin olvidarnos por supuesto del brasileiro  Leonardo Boff, franciscano,  que abandonó los hábitos en 1.992 y le fue retirada la licencia para enseñar teología católica durante el pontificado de Juan Pablo II,  uno de los fundadores y de los que más esfuerzo hizo en difundir este movimiento teológico. Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, Ernesto Cardenal, etc. también fueron personas de referencia en la práctica de la religión cristiana.
Hoy podemos decir que la Teología de la Liberación nace y sobre todo se desarrolla en la América Latina en un momento histórico determinado, debido a la grave crisis social y de marginación que existía, ya que durante siglos estos países no tuvieron su propia teología, aceptaban la que les venía de Europa, que  no tenía nada que ver con su angustiosa situación social. La interpretación de la liberación de las clases oprimidas, justificaba la eliminación del opresor por los medios que fuesen, llegando incluso a disculpar el apoyo a las guerrillas y al terrorismo como última medida, si fuera necesario.

La iglesia católica.
Sobre el funcionamiento de la iglesia católica en la actualidad hubo opiniones bastante controvertidas. Desde los que justifican la postura y su forma de actuar, hasta los que reniegan de esta iglesia actual que no tiene nada en común con el mensaje que nos dejó el Evangelio de Jesucristo. Un Jesucristo que siempre se identificó con los pobres, diciendo que todo aquel que se acerque y se relacione con ellos,  se acercaría a él. El problema fundamental no está en la propia religión sino en el uso que se haga de esta como elemento controlador de masas,  con un claro objetivo, crear una tendencia predeterminada y que no es otra que el poder por el poder y el lujo por el lujo. El Vaticano condena todo lo que se desvíe de esa ortodoxia inventada por ellos, y si alguien se aparta de sus consignas lo silencia de un plumazo.
¡El Vaticano debe desaparecer como iglesia ya que solamente representa el poder!.  La iglesia tiene que ser necesariamente ecuménica donde lo sacro y lo profano sintonicen a la perfección, y en su seno tengan cabida cualquier tipo de creencia religiosa. Hoy la iglesia católica está considerada como una realidad histórica, producto de fuerzas socio-económicas, sin ningún carácter sobrenatural.
Nos dejaron reflexiones profundas como: “La fe no es producto de la educación, es producto de las vivencias”. “La liturgia cristiana debe ser compartir, y si no compartimos nada, dejemos la liturgia porque no sirve absolutamente para nada”. “No es justo que se criminalice la pobreza”. “Es necesario deshacerse de todos los lazos sociales que le encorsetan a uno y le llevan a la sumisión y a ser esclavo del poder”. “Hablar hoy de los pobres es hablar de los seres humanos explotados en el Tercer Mundo”. “La miseria que margina a grandes grupos humanos, es una injusticia que clama al cielo”.

Al final la concordia y la comprensión fue el mejor epílogo del día. Unos y otros con ideas distintas, expusieron sus tesis, aquellos y estos respetaron en todo momento criterios y opiniones diferentes. Ante todo tolerancia, sin este principio el ser humano no puede llegar a ningún sitio, con ella todos estamos condenados a entendernos y sobre todo a comprendernos.

Por: Luís Yáñez.